miércoles, 18 de agosto de 2010

Breaking Bad



La química siempre se me dio mal, no la entendía, no me entraba en la cabeza que el agua es H20, dos moléculas de hidrogeno y una de oxigeno, vale, vale, cojonudo ¿pero cuanto hidrogeno hay en un vaso de agua? No lo veía, no lo podía tocar, quizás la culpa fue que nunca tuve un profesor bueno en química, ¿si las matemáticas y la física se me daban bien por qué la química se me daba tan mal? Es una cosa que creo que nunca llegare a entender.

Quizás ese sea el motivo por el cual me costó tanto engancharme a Breaking Bad, no comparto el entusiasmo del protagonista por la química aunque solo sea por la curiosidad de hacer drogas. Breaking Bad cuenta la historia de una persona que tiene una vida mediocre, un trabajo de mierda, un hijo con parálisis cerebral y que además tiene a su mujer embarazada. Si todo esto no fuese suficiente le diagnostican un cáncer de pulmón y le dan unos pocos meses de vida. Así las cosas, Walter, nuestro protagonista, hace cuentas y se da cuenta que va a dejar a su familia sin medios para subsistir así que decide hacer lo que haríamos todos, montarnos un chiringuito y empezar a hacer meta-anfetamina como un loco.

Breaking Bad sigue la línea de Weeds, que quizás es una de las mejores series sobre esta temática que hay, pero mientras Weeds nos habla de la marihuana en Breaking Bad nos hablan de drogas sintéticas. El resto de serie es muy similar a Weeds, la historia de cómo una persona normal se convierte en un narcotraficante por culpa de las circunstancias.

El mundo de las drogas no se diferencia tanto de un negocio convencional, tienes que tener un buen producto, tener mercado potencial y precios competitivos. Además tener iniciativa y ambición son dos factores importantes, pero en el mundo de la droga hay otro factor que es fundamental, yo diría que es básico, cuanto más violento seas mejor te va a ir.

Breaking Bad va de menos a más de una forma exponencial, la tercera temporada no deja de sorprenderte en cada capítulo, creo que ya he hablado en otros artículos del efecto ¡¡ohhh!!, hagamos un remember, el efecto ¡¡ohhh!! Es cuando ves algo sorprendente que te deja con la boca abierta como un gilipollas. Durante toda la serie hay momentos de estos, pero en la tercera los guionistas parece que tenían como objetivo que ese efecto fuese constante y creo que lo han conseguido.

Es una serie que merece la pena verla, a pesar de la temática tiene sus momentos de humor negro y la verdad es que es realmente divertida. Seguramente Walter junior (el hijo con parálisis) y Jesse (el ayudante de Walt) os saquen de quicio más de una vez, dan ganas de saltar dentro de la pantalla y darles dos ostias a cada uno por subnormales. Y también es seguro que la conversión de Walt en Heisenberg os va a entusiasmar.

Si se te daba bien la química la serie te va a gustar desde el primer momento, sino solo espera unos pocos capítulos, te acabaras enganchando igual que los yonkis a la meta azul de nuestro amigo Walt.

3 comentarios:

  1. Se a qué te refieres con los momentos oh! Ya lo dijiste con el final de Dexter y oooooooh! tenias más razón que un santo.

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  3. Pues si, yo también he tenido mis momentos ohhhh! con Dexter y con Breaking Bad, pero definitivamente ahora estoy en un ohhh contínuo con Luther,....

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